Así pues, si Van der Poel quiere, como ya dijo que haría, disputar a tope el calendario otoñal de 2020 y, acto seguido, lanzarse al barro del ciclocross en busca de un nuevo Mundial, tendrá que planificar muy bien su descanso antes de la campaña primaveral de clásicas. Por ello, el Giro de Italia queda descartado. “No sé cómo reaccionará mi cuerpo a un esfuerzo de tres semanas, por lo que sería un riesgo muy grande pensando en los Juegos”.
Por todo ello, Van der Poel considera que “la gran vuelta que corra tendrá que ser después de los Juegos Olímpicos”, lo que supone que la mente del neerlandés se fije, como era su plan inicial en este año ahora en pausa, en la Vuelta a España.
En cualquier caso, esto no es, por ahora, más que un deseo de un Van der Poel que volverá a enfrentarse a los mismos problemas que en 2020: la necesidad de que Alpecin-Fenix consiga una invitación de una organización que, como ya ha demostrado este año, tiene muy complicado dinamitar el ciclismo de su país –y más con la que está cayendo y caerá– dejando fuera a más equipos de los estrictamente necesarios.
Sin embargo, la crisis del coronavirus podría suponer la gran oportunidad de Van der Poel. Con varios equipos World Tour pasándolo realmente mal, no es descartable que Christoph Roodhooft, mánager del conjunto belga, pueda llegar a algún acuerdo de fusión o compra de licencia con Astana, CCC o cualquier otra escuadra necesitada de efectivo.
En cualquier caso, todo esto no son más que conjeturas. Lo único cierto a estas alturas es que si Van der Poel quiere, efectivamente, debutar en una prueba de tres semanas en 2021 y hacerlo después de los Juegos Olímpicos, la Vuelta a España volverá a ser la opción más lógica.